de
Héctor León Gallego Lorza
Introducción
“No alcanzo a imaginar un corazón donde se pueda acumular tanto odio, como para quitarle la vida a una persona y sobre todo la de tu propio vecino. Pero hoy en día, no hay ni que odiar para matar”
Como dramaturgo quiero ser más que un testigo ocular de mi tiempo, quiero que esta realidad social no pase desapercibida frente a mis ojos, por eso deseo hacer una dramaturgia sobre la cotidianidad de los seres en el barrio como colectividad social enmarcada en una ciudad como Medellín, escribir sobre sus noches solas por miedo al sicario, sobre sus días claros cargados de desesperanza, sobre sus angustias, alegrías y tristezas, escribir sobre lo más cotidiano pero buscando siempre en ello, un sentido universal de la condición del hombre.
Quiero sondear ese abismo oscuro, ese abismo transparente, ese mar sin límites que es cada ser, sondear los elementos constitutivos de esta ciudad, que se la come el sinsentido y el olvido de los muertos que deambulan por las calles pidiendo justicia.
De nuevo retomo y hago presente un recuerdo de mi niñez: La época de los 70 donde aparecen las primeras calles del barrio, donde sin saberlo ellas, serían testigos silenciosos de los primeros homicidios urbanos, que por ser los primeros serían inolvidables, por ser realizados por hombres que de tropel en tropel ponían a prueba su sangre fría para matar o ser matados, como fueron: La Zaranda, El Hippy, El Zarco, El Leña, Cacha, Juaco, Valecito, Genaro… y una lista interminable de los locos del ayer.
Por ser los primeros homicidios que eran en aquel entonces escaso, y más escasos aun los muertos a bala, se realizaba en aquella época lo que en el medio policivo se conocía como “La Reconstrucción” del crimen, que consistía en recrear de nuevo los hechos para esclarecer las circunstancias de tiempo, de modo, de lugar y sobre todo para observar la conducta culposa, ó no, del asesino frente a la víctima.
Esa situación de “La Reconstrucción” de un crimen me impactó, y ahora adulto me pregunto qué fue lo que causó tal impresión en mi inconsciente que hoy día sigo recordándolo tan claro como ayer. He descubierto para asombro mío, que lo que me marcó de aquel lejano recuerdo fueron los elementos teatrales que yo encontraba allí, como son:
· Su carácter como acontecimiento social en el lugar donde se hacía.
· El hecho de que el mismo proceso jurídico fuera una reconstrucción literaria (dramatúrgica) de los hechos del caso.
· Que el juicio, lo mismo que la recontrucciòn, sea una puesta en escena donde intervienen en un tiempo, un espacio y lugar dado donde ubican según el rol, o función -que podríamos llamar inclusive actancial- de los diferentes personajes: El Juez, El Fiscal, El Testigo, El Acusado, El Defensor, El Denunciante y El Público.
· El carácter brechtiano que reúne en sí mismo por la confluencia de distintas versiones sobre un mismo suceso en tiempo pasado, por su carácter histórico y porque es una representación dentro de la representación.
· La repetición, que se han visto en técnicas teatrales como el Minimalismo, como medio para producir determinados efectos o recalcar determinadas situaciones a nivel estético o de contenido.
· El encuentro de diferentes correlatos creados por las intervenciones y narraciones de los testigos.
· El Convite, como preparación y anticipada citación a las personas que tienen que ver directa o indirectamente con el suceso.
· Su relación con lo ritual.
· La infaltable existencia de dos fuerzas en pugna, y por ende un conflicto, con sus ayudantes y sus oponentes y en sus respectivas situaciones dramáticas, conteniendo una secuencia de acciones.
· Personajes que sobresalen en la estructura por su ausencia, como por ejemplo el muerto. Este es uno de los elementos más dramáticos y que posibilita jugar con las situaciones más inesperadas.
Por todos estos elementos, recogidos en mis impresiones de niño, decidí llevar a cabo la escritura del texto “La Reconstrucción” (Teatro de Vecindad) que hoy presento a ustedes con esta versión revisada.
Propuesta Actoral o Coreográfica.
Actoralmente quiero que la obra refleje:
. Que todo sucede en la mente de Cristóbal y de Margot. Los únicos personajes vivos son ellos. Los demás son fantasmas.
. Que en la percepción del espectador quede la sensación de haber visto una sucesión de secuencias como en cine, sucediéndose en un mismo espacio pero en distintos tiempos, yuxtapuestas unas entre otras, desapareciendo unas, surgiendo otras o entrecruzándose, con ondulaciones, como en sueños.
. Que retoma las atmósferas de Pedro Páramo, pero en el contexto urbano de hoy.
. Que los vecinos son protagonistas no extras.
. Que lo que sucede no es cotidiano. Son recuerdos o estados interiores de los personajes vivos.
. Que los sucesos que ocurren y ven, son de los distintos puntos de vista de cada personaje.
. Que la arquitectura del espacio, una calle de un barrio popular de Medellín, con sus aceras, balcones, ventanas, esquina. Sea aprovechada para la representación como en el cine.
. Que sea una ópera épica, por las intervenciones del coro de mujeres en los momentos propicios para criticar la acción, no con canciones, sino con coreografías vocales dramáticas: Una expresión, un grito, un movimiento o desplazamiento. Hacer de los murmullos y los ruidos de los vecinos, contrapunteos vocales.
. Retomar las imágenes que nos evocan algunas de las escenas para la actuación y creación de atmósferas:
Escena 1 “Las Hienas Asaltan”
Escena 2 “La llegada del Toro a la Plaza”
Escena 3 “El Recuerdo”
Escena 4 “El Duelo” ó “La Gallera”
Escena 5 “El Acorralamiento del Toro”
Escena 6 “El Mono huye de los Cazadores”
Escena 7 “El Recuerdo”
Escena 8 “El Ratón se Escabulle”
Escena 9 “Encuentro Fantasmal”
Escena 10 “El Acorralamiento”
Escena 11 “El Felino Atrapa su Presa”
Escena 12 “El Adiós”
Posibilitando desde acá, ambientes y ubicaciones espaciales.
. Queremos llevar a cabo un “Teatro de Vecindad”, donde vinculemos actores profesionales, aficionados y naturales.
. Exploraremos las técnicas de actuación de espacio abierto, pero de actuación realista, cercana a un set de cine, que todo transcurra en vivo y en directo, aquí y ahora. Que sea un acontecimiento barrial. Queremos lograr una actuación que el público no sepa cuando es teatro y cuando es realidad.
. Muchas de las escenas son actos públicos: Las riñas, la reconstrucción. Acontecimientos de los que toda la cuadra se entere. Los personajes hablan desde la calle para la calle, el contrincante en el otro extremo, para los curiosos.
. La obra refleja la visión de un problema desde lo subjetivo: La reflexión del que es criminal y víctima a su vez… Y que desde su naturaleza humana, se permite la duda, la reflexión de sus actos y de su propio entorno, vistos como el destino asignado por la vida que no pudo dejar de ejecutar, pero que él mismo presiente, pudo tomar otro rumbo.
“…A esos hombres y mujeres marcados con hierro al rojo, de los que están en los linderos de la muerte, en el último escalón del abandono.
En el “Teatro” y en la vida, me siento cada vez más distante de los héroes y de los líderes y más próximo a aquellos a quienes todos los regímenes políticos y todas las sociedades desprecian, repelen y condenan.
¿Quién puede distinguir entre el héroe y el asesino, entre el líder y el tirano?"
Jorge Amado
Personajes
(Por orden de aparición)
Margot: Hermana de la Zaranda. Violada supuestamente por Severiano, cuando tenía dieciséis años de edad. Adolescente alegre, tranquila y bonita.
Severiano: Policía. Hermano de Cristóbal. Supuestamente muerto por la Zaranda o por la gallada. Cuarenta años de edad. Bebedor.
La Zaranda: Hermano de Margot. Veinte años de edad. Malevo o camaján. Ladrón de barrio. Cuchillero. Oidor de tango. Tierno. Amoroso. Soñador. Es un romántico. Silencioso y callado.
Cristóbal: Hermano de Severiano. Asesino de la Zaranda, el día de la reconstrucción del crimen de su hermano. Trabajador. Treinta años de edad.
Coro de Mujeres: Adultas de cuarenta a sesenta años de edad. Señoras de una calle. Cantadoras del barrio.
Curiosos y Vecinos: El espectador.
Policías: Ayudantes del juez. Delimitan el espacio y llaman al orden.
El Juez: Pesado. Cincuenta años de edad. Regañón, estricto. Conoce las diferentes versiones de los hechos de la muerte de Severiano y de la Zaranda.
El Secretario: Ayudante del juez. Usa lentes. Tímido y atento. Treinta y cinco años de edad. Toma nota todo el tiempo.
El Abogado Defensor: Calvo. Agitado. Fumador. Cuarenta y dos años de edad. Convencido de la inocencia de la Zaranda.
El Abogado Acusador: Alto. Treinta y ocho años de edad. Sobrio. Preciso. Convencido de la culpabilidad de la Zaranda.
Un Testigo: Personaje incógnito. Sorpresivo. Posee una versión sobre los hechos. Joven veintiocho años de edad.
Otro Testigo: Oponente al anterior. Veinte años de edad. Agresivo, posiblemente otro malevo. Posee una versión diferente sobre los hechos.
Otros Malevos: Oidores de tango, ladrones de barrio, cuchilleros, bebedores y fumadores
(Esta obra, comenzará en el mismo momento en que se anuncie el día y la hora de su realización.
Se hará en el espacio real: La calle. Debe ser una calle oscura, en lo posible sin alumbrado público).
Escena 1
La Calle, en un barrio popular de Medellín.
(Noche oscura. Sonido de viento. Silencio. Se escuchan unos pasos, aparece Margot de slak bota ancha y una blusa color naranja, de boleros en el cuello y en los puños. En la penumbra se ve al público. Se escucha en la oscuridad:).
Una Voz:
¡Qué veo! ¡Qué bomboncito! ¡Lo veo y no creo!
Otra:
¡Mamacita! ¿Qué hace por aquí tan solita?… ¡Qué de pronto se la roben!
Una Voz:
¿Muñequita, usted de dónde es?… Yo nunca la había visto por aquí. No, no, no es de por aquí y está ¡Riquísima!
(Margot asustada, trata de huir y unas manos le cierran el paso, trata de gritar y unas manos le tapan la boca. Sobre su cuerpo caen aquellas manos. Huyen. Se le cae algo a uno de ellos. Dejan inmóvil sobre el pantano el cuerpo de Margot mirando al cielo).
Escena 2
La Esquina, en un barrio popular de Medellín.
(Madrugada oscura. Sonido de viento. Silencio. Suena un requiem acompañado por un coro de mujeres que aparecen en los balcones. El ambiente es de fiesta y de tristeza. Los curiosos merodean el callejón a la expectativa. Aparece una radio-patrulla seguida de dos particulares, se detienen en la esquina. Curiosos, Vecinos y Coro murmuran y lo hacen cada vez más fuerte, van a los carros en estampida, se bajan los policías bolillo en mano, la muchedumbre se detiene y retrocede. Silencio. Se bajan El Juez, El Secretario, El Abogado Defensor, El Abogado Acusador y Un Testigo, que nadie sabe quién es. Recorren el espacio con la mirada).
El Juez:
(A los policías). Cerquen la esquina. (Los policías cercan la esquina con un cordón de seguridad). Dame el mapa. (El secretario saca unos documentos de un portafolio y los entrega al Juez, éste le da indicaciones. El secretario saca un metro, va hasta la esquina y lo extiende hasta el lugar donde cayó la víctima. Marca con tiza la silueta en el piso. Toman fotografías, como en sueños).
“Hoy 2 de noviembre de 1972, a las dos de la mañana, damos comienzo a “La Reconstrucción” del señor Severiano María Pérez, con cédula de ciudadanía 81.728.143 de Fredonia, Antioquia; muerto el dos de febrero de 1.970 a las dos de la mañana en la carrera 65c con calle 93”. (Observa y verifica las medidas con el mapa, va a la radio-patrulla). Espero señor Diego que no vaya a perder la cabeza, espero que se comporte porque puede ser peor para usted. (Comentarios del Coro, Vecinos y Curiosos). ¡Bájenlo!(La multitud se albirizca. Ocurre entre ellos un altercado. Silencio).
Una Voz:
¡Bienvenido Zaranda!
Otra:
¡Te echamos de menos zaranda!
Otra:
¡Que te castiguen Zaranda! (Abucheos, silbidos. Ocurre un altercado entre los curiosos).
Un Testigo:
¡Te la pasas rendigiando! ¡Toda tu casa es un colador de huecos!, ¡La casa de los mil ojos!, ¡Estás lleno de huecos!. ¿Sabes realmente cómo fue?
Cristóbal:
(Silencio). No, no sé. Me podrías contar ¿Cómo fue? (Actitud amenazante de los policías. Cristóbal se escabulle. Silencio).
Escena 3
La Esquina.
(Madrugada oscura. Aparece Cristóbal por una esquina, enchaquetado. Camina despacio. Se detiene).
Cristóbal:
Todavía despierto, miraba el techo de mi pieza, recostado en mi cama, cuando escuché voces alegando que se confundían con el ladrido de los perros, me asomé y sólo pude ver un cuerpo sobre el pantano. Y… Unos pasos que corrían. Voces que alegaban, voces que injuriaban, pasos que corrían, perros que ladraban, ese hombre que se quejaba; me parecía que ya había vivido este momento, que todo ya me era conocido, que estaba allí de nuevo para repetir la pena. ¡Nuestras vidas dependen del destino!, del destino de ti. El destino de mí. Al ver ese cuerpo que se movía y que se quejaba, decidí salir para ver quién era, ¡Y era mi hermano Severiano! (Se le aparece la Zaranda extremadamente pálido y enrruanado. Cristóbal se sorprende. Desenfunda una navaja amenazante).
La Zaranda:
Estas calles antes eran mangas, el viento era otro, la noche era otra, hoy es otro. Guardo aquí mi vida (Se señala el corazón) tu vida, el barrio, la calle, la noche, el silencio de la esquina, la angustia y la soledad (Silencio) esperé mucho tiempo para ver si había sido él, pasaron muchas noches desde que empecé a contarlas una a una, hasta que el destino llegó. Hasta llegué a pensar ¿Porqué yo?… Esa noche, como tantas otras noches perdidas en el calendario de la amargura, hacía un frío terrible, el odio me enceguecía y mi corazón estaba que me estallaba. ¡Nuestras vidas dependen del destino!, del destino de un hilo, del destino de un pensamiento, del destino de ti. El destino de mí. Mi intención era otra, no los pude controlar y el odio se me salió de las manos. (Cristóbal retrocede). Errores que se pagan con el tiempo, el karma de matar o ser matado, nos encegueció el odio, y la venganza hizo de nosotros pobres asesinos.
Cristóbal:
¿Sabes quién te mató?
La Zaranda:
¿Sabes quién te denunció?
Cristóbal:
¡Yo me entregué!
La Zaranda:
(Saca una placa de policía y se la muestra a Cristóbal).
Escena 4
La Calle.
(Madrugada oscura. Aparece Severiano enchaquetado, y por el extremo contrario La Zaranda enrruanado. Caminan despacio mirándose. Se detienen. Tras las ventanas aparecen los rostros de los curiosos. Severiano se quita la chaqueta y se la enrrolla en el brazo, lo mismo hace La Zaranda con la ruana. Desenfundan navajas y comienza la riña en medio de nuestras miradas silenciosas. Se oyen unos tiros y huyen).
Escena 5
La Esquina.
(Madrugada oscura. Llega un taxi, atrás viene Severiano y discute con el chofer quien le arrebata una chaqueta, Severiano se baja y el taxi arranca estrepitosamente. En el extremo contrario, la gallada de malevos, de donde sale La Zaranda enrruanado. Caminan despacio mirándose. Se detienen. Tras las ventanas aparecen los rostros de los curiosos. La Zaranda se quita la ruana y se la enrrolla en el brazo).
La Zaranda:
¡Pagá achilao! ¡Mala paga!
Severiano:
¿Comé mierda! A vos que te importa.
La Zaranda:
¿Qué hubo tombito? ¿Muy guapo?
Severiano:
Yo a vos hace tiempo te conozco, vos no me das miedo, ni tu gallada.
La Zaranda:
Vos tampoco nos vas a ganar de ley y sin uniforme. (Desenfundan navajas. Se tiran, forcejean, revoletean, ladran los perros. Severiano se cae y La Zaranda le da una puñalada en el pecho, Severiano se defiende y antes que logre pararse, recibe una segunda puñalada. Huye. Severiano se incorpora, logra subirse a la acera de su casa, intenta tocar la puerta y no puede. Cae a la acera mirando al cielo).
Escena 6
La Calle, horas más tarde.
(La policía rodea la casa de La Zaranda, los curiosos merodean el callejón).
Un Policía:
(Toca la puerta. Silencio. Toca de nuevo. Nadie abre. Grita). Señor Diego sabemos que está usted dentro, ¡Salga con las manos en alto! (Silencio. La Zaranda brinca de un techo a otro. Disparos. Silencio).
Otro Policía:
¡No podrá escapar!, ¡Entréguese! (La Zaranda brinca a un balcón y entra por la puerta que está abierta, sale un policía, se tira a la calle, corre a una puerta y toca. No le abren. Corre a otra y toca. No le abren. Alguien le silva y le abren una puerta, entra y sale un policía apuntándole),
Escena 7
La calle.
Cristóbal:
Esa mañana, me despedí de mi mamá y me fui. En el camino escuchaba las más insólitas historias, sobre el cómo había sido el asesinato del policía Severiano que era como se llamaba la víctima, dicen.
La Zaranda:
En medio de la soledad de la farra de pepas, canabis y alcohol, ahogaban por un instante la venganza, en medio del son de la nostalgia de un bandoneón. Decían que sus familiares habían conseguido un abogado para su defensa, y que posiblemente iban a tener que realizar “La Reconstrucción” del crimen.
Cristóbal:
Me percataba del pasar del tiempo, sin embargo “La Reconstrucción” nos tomó de sorpresa, habíamos olvidado por un instante la huída despavorida del tiempo por tragárselo todo…
La Zaranda:
Pasó el día y llegó la noche cogiendo a los ofendidos, esperando la presencia del pálido criminal, “para ver cómo inclinaba la cabeza, para ver en sus ojos cómo habla el supremo desprecio” (1). Nació, creció y se desarrolló la expectativa en el barrio, por ver a La Zaranda libre y otros por verlo condenado.
Cristóbal:
Fueron estas pequeñas esquinas testigos inocentes, igual que mis padres, del primer homicidio que ocurrió en el barrio. Parecía una fiesta hecha para sus habitantes, donde los anfitriones no se encontraban por ninguna parte. Nunca ví tanta gente reunida para presenciar algo, ni siquiera en misa.
Escena 8
La Esquina.
(Madrugada fría. Se ve a la Zaranda rodeado por el cordón de seguridad, policías, vecinos y curiosos. Murmullos acompañados por El Coro).
El juez:
¡Despósenlo! (Grito del Coro. Silencio. Quietud. La Zaranda se ve libre y huye. El paso le es cerrado por Curiosos y Vecinos. Los Policías lo detienen amenazante. Vuelve a su lugar. Silencio. Quietud. Huye por un hueco que le ha hecho un vecino. Conmoción. El Coro canta. Se mete a una casa. Cierra la puerta. Silencio).
Escena 9
La Calle.
(Margot mira hacia donde fue cerrada la puerta).
Margot:
Gargagiar las palabras en mi garganta por el nudo que me producía el pensar que esa música que estaba sonando, era la misma que tú cantabas tantas veces y que te reconocía en ella, como si no estuvieras ausente, me parece que estuvieras de viaje o que te fuiste quién sabe para dónde… Sonidos y ritmos que vibran en mi oído recordándome tu alegría. ¿Dónde estás Zaranda? Regresa de ese viaje sin fin y cuéntame ¿Por qué te han matado? Ven que te espero aquí mismo, en esta esquina, donde tantas veces te trababas y te enfarrabas. (Se le aparece la Zaranda por un extremo).
La Zaranda:
¡Vivo en esta ciudad de perros en un continuo vértigo, como si estuviera parado en la punta de una aguja! ¡Somos cadáveres ilustres, que nos perdemos en el silencio de la cotidianidad de la noche!
Margot:
No podía escuchar esa melodía porque me traía tu presencia, sacándome lágrimas, porque ya no estás. ¿Dónde estás? ¿Dónde va el amor y los vivos cuando se mueren?, dímelo.
La Zaranda:
Mis actos son espejos rotos esparcidos en la nada, y luego de despertar me encuentro frente a ellos ¡Asombrado! Y en medio de las astillas rebujo y recojo un medio rostro y busco un ojo… Una ceja… Una nariz, unos labios, y aquí encuentro tu sonrisa. Sueño un callejón que termine en la punta de una estrella, y construir allí “Una Esquina” sólo para nosotros dos, lejos del mundo, cerca de Dios. (Silencio). “Yo conozco “Una Esquina” que hay en cualquier ciudad / Una esquina que nadie conoce ni transita. / Sólo yo por ella con mi dolor desnudo / Sólo con el recuerdo de una mujer querida / Está en un puerto. ¿Un puerto? Yo he conocido un puerto/ Decir, yo he conocido, es decir: Algo ha muerto”/ (2). Te fascinaba bailar como los negros, eras alegre como sus caderas, y un ventarrón de mala muerte te deshojó.
Margot:
(Silencio). Sentía en esa melodía eso que tú no podías expresar. Te conocía por lo que oías. Hablabas poco. Eras libre de día y de noche, y la noche te venció llegando el día.
La Zaranda:
Lo aprendí de ti, bailabas igual que hablabas, sentada en el rincón de tu pieza, hablando a solas con los fantasmas de nuestros hermanos muertos. (Se escuchan golpes en la puerta. Gritos de policías. Afuera los curiosos ven la escena) ¡Vivo en esta ciudad de perros en un continuo vértigo, como si estuviera parado en la punta de una aguja! ¡Somos cadáveres ilustres, que nos perdemos en el silencio de la cotidianidad de la noche! (Desaparece).
Margot:
Sueño un callejón que termine en la punta de una estrella y construir allí “Una Esquina” sólo para nosotros dos, lejos del mundo, cerca de Dios. (Los policías gritan, se abre la puerta, la Zaranda sale).
Escena 10
La Esquina.
El juez:
Es mejor que se calme señor Diego, esto va en su contra, vuelva a su lugar y díganos ¿Cómo fueron los hechos? (Silencio. La Zaranda se para en “La Esquina”, mira buscando a sus amigos, les hace una señal. Los curiosos miran tras el cordón de seguridad, de donde van saliendo otros malevos llevando el galón de plástico, el radio de pilas, van vestidos unos de tenis y otros de zapatos de charol, camisas de boleros y pantalón bota ancha, retrocedemos en el tiempo en este mismo tiempo. Los curiosos comentan. Muestran “La Esquina” igual que aquella noche que mataron al policía Severiano, y que casi todos ya olvidaban. La Zaranda se acurruca y bebe del garrafón de plástico, del radio de pilas suena el tango “Trasnochando”, de Alberto Echagüe. La Zaranda hace señas al Juez de que están listos. Llega un taxi, atrás viene el testigo que hace de Severiano, parece que discute con el chofer porque manotean, el chofer le arrebata algo, Severiano se baja y el taxi arranca estrepitosamente. En el lado contrario, la gallada de malevos).
El Testigo:
(Que hace según él lo que hizo la víctima el día que lo mataron). ¡Hombre muchachos váyanse de esta esquina, que no dejan dormir!
Abogado Defensor:
(De La Zaranda. Interrumpe). Un momento señor Juez, eso no fue lo que dijo el señor Severiano esa noche que venía borracho, y que ofendió a estos señores. (Risas del Coro. Los malevos murmuran).
El Juez:
Para que agilicemos, atengámonos a los hechos declarados. Repita de nuevo lo que usted escuchó decir al señor Severiano esa noche, a estos señores. (Risas más fuertes del Coro y comentarios de la muchedumbre).
El testigo:
¡Manada de degenerados, vagos hijueputas, váyanse de aquí o lo van a lamentar!
Abogado Defensor:
Un momento señor Juez, tengo sabido que esto fue exactamente lo que el señor Severiano dijo a mi cliente, pero falta la intención de odio que fue lo que provocó su reacción.
El Testigo:
(Con odio repite la situación). La gallada de malevos se albirizca, se miran maliciosamente unos a otros, murmuran, se pasan extraños objetos. Aparece la Zaranda enrruanado. Caminan despacio mirándose. Se detienen. Tras las ventanas aparecen los rostros de los Curiosos. La Zaranda se quita la ruana a medida que camina y se la enrolla en el brazo.
La Zaranda:
¿Estás maniao?
El Testigo:
(Que hace de Severiano, con la mirada le dice que no).
La Zaranda:
Andá sacá lo más grande que tengás en tu casa, que aquí te espero. ¿Sabés qué? (Silencio). ¿Estás maniao? (Silencio). ¡Tomá yo te maneo! (Le tira un puñal, el testigo lo ve elevarse por el aire y caer junto a sus pies).
El testigo:
¡Tranquilo mijo, que a mí no me falta el ángel de la guarda! ¡Cuándo quiera!
Una voz:
(De entre los malevos). ¡Qué va tombito, no nos vas a ganar de ley y sin uniforme! (El Testigo se da mano al cinto, La Zaranda se le va encima y hace la acción de apuñalearlo, El Testigo cae a un lado de la silueta dibujada en el piso. La dibujan de nuevo. Toman fotografías. Miden de nuevo de “La Esquina”, al lugar donde ha caído el testigo).
Otro Testigo:
(Grita de entre la muchedumbre). ¡Lo mataron fue entre todos! ¡Y así no quedó el cuerpo cuando cayó!
(Piensa, titubea, comenta con sus colaboradores, mira a los curiosos. Duda) Podría usted de mostrarnos ¿Cómo fueron los hechos que usted vió? (Silencio. El Testigo pasa el cordón de seguridad, rumores del Coro, Curiosos y Vecinos. Silencio).
Escena 11
La Esquina.
El Testigo:
Yo estaba detrás de la puerta. Aparece una moto k100 de color rojo, Severiano viene de parrillero, se baja y se despide, la moto se va. No reconozco al chofer, en el lado contrario logro ver la gallada de malevos y oigo una voz que sale del corrillo de malevos: ¡Violador! ¡Asesino!, trato de ver quien grita pero no veo nada. Hay un silencio que asusta.
Veo que severiano se da mano al cinto, y también veo que de la gallada de malevos sale un hombre de sombrero y enrruanado, se quita la ruana a medida que camina y se la enrrolla en el brazo, de donde estoy no logro ver ya a Severiano, quien aparece igualmente con la chaqueta enrrollada en el brazo. Se miran silenciosos, y de súbito desenfundan sendos cuchillos.
La Zaranda:
¡Violador! ¡Asesino!
El Testigo:
Acorralan a Severiano, hacen algarabía, lo injurian, casi no puedo ver por el corrillo que hacen, siento como jadean, como se tiran, como forcejean, creo que Severiano se cayó porque todos gritaron más fuerte, los veo de nuevo, veo como La Zaranda se le va encima y se detiene. Se oyen voces: ¡Mátalo! ¡Mátalo! ¡Mátalo!, La Zaranda sigue inmóvil. Vuelven las voces: ¡Mátalo! ¡Mátalo! ¡Mátalo!, (Silencio). del corrillo de malevos sale Darío el marica, y le da una puñalada en el pecho, Severiano trata de incorporarse. Huyen. Hay un silencio que asusta, todo está quieto, hasta mi respiración… De pronto Severiano se mueve y se queja, logra incorporarse, se sube a la acera de su casa, intenta tocar y no puede. Cae sobre la acera, mirando al suelo. (Marcan de nuevo la silueta en el piso. Toman fotografías. Vecinos, Curiosos y Coro comentan. Toman medidas de nuevo y las comparan).
Abogado Acusador:
(Interrumpe). Me parece que en lo que dice el Testigo, hay elementos interesantes, pero insisto en que lo mataron fue entre todos. El cadáver no pudo haber quedado contra el muro y la acera, porque en esa posición, es imposible que lo apuñalearan por delante. (Se hace de nuevo la escena, simultáneamente a lo que el Abogado Acusador dice, en ritmo lento, como versión). Se encontraron aquí en el centro del callejón, luego de un intercambio de miradas comenzaron la riña, ambos cuchillo en mano, los demás malevos han abandonado “La Esquina” y ahora han acorralado a los peleadores en medio de silbidos e insultos, entre brinco y brinco Severiano tropieza y cae aquí (Señala el borde del callejón) y antes que se pare, lo arremeten entre todos, y al intentar huir tuvo que haberse movido mucho, porque lo dejaron como un colador y cayó intentando ir a su casa. (Señalan de nuevo la silueta en el piso. Toman fotografías. Miden de nuevo. Comentarios). Otra cosa señor Juez, estos señores igualmente injurian y ultrajan verbalmente a mi cliente, y eso no lo muestra “La Reconstrucción” que acaban de hacer. Quisiéramos ver (Mira la muchedumbre) la manera igualmente de odio, que ellos emplearon cuando replicaron al señor Severiano.
El testigo:
(Sorpresivamente). Señor Juez insisto, los demás malevos lo acorralan, lo injurian, se tiran, Severiano se tropieza y cae al suelo, La Zaranda se le va a ir encima y se queda inmóvil, se oyen voces: ¡Mátalo! ¡Mátalo! ¡Mátalo!…
Abogado Acusador:
Perdón señor Juez, pero aquí tengo un memorial acompañado por treinta firmas, donde apoyan lo que acabo de declarar. Lo mataron entre todos.
El Juez:
(Al Testigo). ¡Gracias señor! Por su colaboración (Este sale y se confunde con la gente) vamos a repetirlo, y esta vez señor Diego junto con sus amigos, van a tratar de recordar lo que dijeron al señor Severiano aquella noche. (Los malevos vuelven a “La Esquina”, llega un taxi, atrás viene Severiano, discute con el chofer, éste intenta quitarle la chaqueta, Severiano se baja, el taxi arranca estrepitosamente, ladran los perros, Severiano viene borracho. Por el lado contrario, en la oscuridad la gallada de malevos, del corrillo se oye una voz). ¡Violador! ¡Asesino! (Silencio). ¡Hoy la pagarás! (La Zaranda sale del corrillo. Lleva sombrero y viene enrruanado. Caminan mirándose. Severiano intenta huir, los malevos le tapan el paso formando un corral en torno a él, La Zaranda se quita la ruana y se la enrrolla en el brazo, lo mismo hace Severiano con la chaqueta).
La Zaranda:
¡Violador! ¡Asesino!
Severiano:
¡No he violado a nadie!, ¡No sé que me estás hablando!
La Zaranda:
Hacéte el güevón, hubo gente que vio la 054 patrullando por “La Esquina”, y más tarde te vieron por allí acompañado. ¡Violador! ¡Asesino! ¡Hoy la pagarás!
Severiano:
Eso es falso, no sé de qué me estás hablando. (Desenfundan cuchillos, se lanzan, forcejean, giran en torno al otro. Silencio).
La Zaranda:
¿Es falso?
Voces:
¡Mátalo! ¡Mátalo! (Los malevos se disponen a hacerlo, y en ese momento, de entre los vecinos, que miran atónitos tras el cordón de seguridad, aparecen unas siluetas negras pistola en mano y asesinan a La Zaranda. Los demás malevos huyen. Los Vecinos, Curiosos y Coro se esconden. Las siluetas huyen. Queda Margot y Cristóbal en medio de la calle vacía, sola y perpleja arrullando el cadáver de la Zaranda. Silencio. Suena el tango “Trasnochando”, Margot baila como un fantasma ausente).
Margot:
(Lo mira en silencio). Gargajear las palabras en mi garganta, por el nudo que me producía el pensar que esa música, que estaba sonando, era la misma que tú cantabas tantas veces, y que te reconocía en ella, te veía, te sentía como si no estuvieras muerto, me parecía que estuvieras de viaje o que te fuiste quién sabe para dónde (Silencio). Sonidos y ritmos que vibran en mi oído recordándome tu alegría Zaranda. ¿Dónde estás? Regresa de ese viaje sin fin, y cuéntame ¿Por qué te han matado?, ¿Qué sentido tiene la muerte? ¿Qué sentido tiene la vida? Si ya no estás… Regresa y cuéntame, ven que te espero aquí mismo en esta esquina donde tantas veces te trabaste y té enfarraste (Silencio) no podía escuchar esa música que me traía tu presencia, sacándome lágrimas porque ya no estás. ¿Dónde estás? ¿Dónde se va el amor y los vivos cuando se mueren?, Dímelo. (Silencio). Veía en esa música eso que tú no podías expresar, veía en esa música tu andar libre de día y de noche, y la noche te venció llegando el día (Silencio). ¡Vivo en esta ciudad de perros en un continuo vértigo, como si estuviera parada en la punta de una aguja! ¡Somos cadáveres ilustres, que nos perdemos en el silencio de la cotidianidad de la noche!. Sueño un callejón que termine en la punta de una estrella, y construir allí “una esquina”, solo para nosotros dos, lejos del mundo, cerca de Dios.
(Margot continúa bailando. Desaparece por una calle al borde de un abismo; en el fondo luces de la ciudad nocturna, semejando el cosmos, o simplemente un cielo estrellado).
Escena 12
La Esquina.
(Se escucha el crujir del abrir de una puerta, luego de otra, y otra, hasta convertirse en una extraña melodía acompañada por el coro. Se acercan los allegados. Marcan de nuevo la silueta en el piso. Toman fotografías como en un sueño).
Cristóbal:
(Que ha permanecido entre la muchedumbre). Paren. Dejemos por hoy.
(Todo va desapareciendo: El cordón de seguridad, la radio-patrulla, los actores, los carros se marchan, quedando solo. Se va en medio del requiem acompañado por el coro. Cruza la calle que da al borde del abismo).
Fin
La Unión- Castilla – Medellín
(Noviembre 6 de 1.996)
BECA DE CREACION INDIVIDUAL COLCULTURA
(Sexta Convocatoria – 1.995 Primer Semestre)
BECA DE CREACION EN GRUPO MINCULTURA
(Novena Convocatoria – 1.997 Segundo Semestre)
“Todas las situaciones, personajes y entidades de esta obra de teatro son producto de la fantasía del autor por lo que cualquier semejanza con hechos actuales o pasados será mera coincidencia”
El Autor
Textos:
1. Federico Nietzsche
2. Dulce María Loainas
Esta obra se estreno el 3 de junio de 1.998, en la calle Cr 65C barrio La Unión—Castilla—Medellín--Colombia y se realizo una temporada de estreno del 4 al 27 del mismo mes, a las 7:00 pm.
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